Parece que en un principio el matrimonio temporal ocupó un lugar marginal en el derecho y la práctica de los musulmanes. Se justificaba por la necesidad de aplacar las necesidades sexuales de los guerreros del Profeta cuando estaban en campaña, lejos de sus mujeres. Luego, y hasta hoy entre los shiíes, cualquier situación que supusiera una estancia prolongada del hombre lejos de su hogar, ya fuera con motivo del comercio o la peregrinación, justificaba que se buscara una compañera ocasional, de la que no esperaba que le diera una familia. Pero desde hace unos cien años ha aparecido otra clase de justificación. Se suelen citar al respecto autores iraníes recientes, como el ayatollah Motahhari, pero la verdad es que sus argumentos no aportan nada original a la polémica destinada a rehabilitar el matrimonio temporal, contra el parecer feminista. Hasta en los países sunníes hay quien envidia la institución conservada por los shiíes y propone que se copie.
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