“En Túnez estamos aprendiendo a ser libres y a expresarnos”
La vicepresidenta de la Cámara de Mujeres Directivas de Empresa de Túnez llama a los españoles a visitar su país para ver el cambio operado desde el fin de la dictadura.
La empresaria tunecina Leila Beljiria,
durante su estancia en Madrid.
/ SAMUEL SÁNCHEZ
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Tiene 48 años y no hace falta que se confiese optimista porque rezuma positivismo. “Las tunecinas hemos sido siempre unas privilegiadas. Tuvimos derecho al voto el mismo año de la independencia del país en 1956, año en que también se aprobó el código de igualdad entre el hombre y la mujer. Y todo lo adquirido no lo vamos a perder. Vamos a ganar más”, dice con firmeza Leila Beljiria cuando se le exponen los temores de Occidente a que la victoria electoral del partido islamista Ennahda pueda suponer un retraso para la mujer en ese país magrebí.
“Nuestra primera victoria fue el 11 de abril de 2011, cuando se decidió que las listas electorales debían ser paritarias”, señala. Reconoce, sin embargo, que de los 217 miembros de la Asamblea Constituyente de Túnez, solo 58 son mujeres y que en un Gobierno con 26 carteras, las únicas ocupadas por mujeres son Medioambiente y el Ministerio de la Mujer. “Estamos aprendiendo a ser libres. Aprendiendo democracia. Aprendiendo a expresarnos”, comenta para disculpar las causas de una representación tan escasa. “Hemos visto peligrar lo que teníamos y hemos aprendido a luchar, a defender nuestros derechos y a pedir más”.
Madre de dos hijos adolescentes, Beljiria apunta a las preguntas de política de su hijo mayor, de 14 años, como uno de los grandes retos a los que ahora debe hacer frente: “Hacía tres años que el régimen era insoportable. Sabíamos que podía haber un estallido en cualquier momento, pero nos sorprendió que la revolución fuese tan rápido”. Advierte, sin embargo, que con la caída de Ben Ali no se acaba el problema. “La corrupción y el nepotismo habían infectado todo el sistema y se necesitarán al menos tres años para transformarlo de manera positiva”, destaca.
El teléfono no deja de sonar y los platos se acumulan en la mesa sin que pueda degustarlos. “Lo siento. En Túnez es hora de oficina”, dice esta ejecutiva que, además de los numerosos cargos que ostenta —desde vicepresidenta de la Cámara de Mujeres Directivas de Empresa de Túnez a vicepresidenta de Centro Ejecutivo de Tecnologías de la Información y de la Comunicación—, trabaja en la empresa de informática de su padre y en la de GPS y sitios web que ha creado con su marido. Leila Beljiria ha estado recientemente en Madrid para participar en el III Encuentro Euro-mediterráneo de Mujeres Líderes en la Empresa y en la Política organizado por Mujeres para el Diálogo y la Educación.
Promete no volver a coger el teléfono y comienza por la ensalada de pato, pero lo que encuentra “verdaderamente deliciosas” son las croquetas de boletus y recuerda que su abuela cocinaba algo parecido. “Será una transición difícil porque la economía va mal, tanto por la revolución como por la crisis en Europa de cuyo turismo dependemos, pero luego todo será mejor”, subraya al declararse convencida de que el pueblo tunecino “ha despertado”.
“¿Tenemos tiempo para un postre?”, pregunta en un susurro. Y, mientras disfruta de la tarta de limón, desgrana la esperanza que laprimavera árabe ha hecho crecer en millones de jóvenes desde Túnez a Yemen. "Los jóvenes eran hasta ahora invisibles, pero están consiguiendo que se oiga su voz contra la injusticia social", dice. Leila hace un llamamiento a los españoles para que vayamos a su país y veamos en directo el cambio operado “El ambiente es mucho más relajado. Se siente la satisfacción y el orgullo por haber logrado el fin de la dictadura”, subraya.
Al preguntarle cómo entiende que ahora se vean más hiyab (pañuelos que cubren la cabeza) que antes, señala con un cierto tono de cantinela repetitiva: "Lo importante no es el hiyab sino que cada uno respete la libertad del otro; que se tenga derecho a vestirse como se quiera. Ese es el verdadero desafío".
La empresaria acepta “sin miedo” el triunfo de Ennahda —“es el partido más estructurado”— porque cree que en Túnez hay una sociedad civil muy capacitada y que sabe lo que quiere, como demostró al oponerse al intento del partido islamista de imponer la sharia (ley islámica). “La presión hasta ahora ha dado resultados y eso, al final, es democracia”, declara con un guiño.
Publicado originalmente el El País
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