Tras una serie de sucesos, la situación de los roms es objeto de un intenso debate en la prensa magiar. En el semanario HVG aparece una idea formulada por la ensayista Eszter Babarczy: sacar a los jóvenes de su entorno para que puedan prosperar.
Articulo escrito originalmente por: Eszter Babarczy
En el actual debate sobre la dificultad de integración de los roms húngaros, mi redactor jefe me pidió escribir la versión "políticamente correcta". "Muy fácil", pensé: "Sin problema. Si los racistas dejan de acusar a los zíngaros de todos los males, todo se solucionaría". ¿Seguro? Por supuesto que no. Los últimos quince años demuestran que esta actitud no sólo no ha solucionado los problemas, sino que ha reforzado el discurso racista en la sociedad. El ascenso del Jobbik [partido de extrema derecha] se debe en gran parte a esta irrealidad.
Los roms que se separan de la sociedad y viven en guetos no son necesariamente criminales. Viven en una sociedad organizada en clanes y sufren más con las "malas familias" de su pueblo (que roban a todo el mundo, incluidos los roms) y del usurero (también rom) que con la discriminación. En su gran mayoría, nunca habrán tenido la ocasión de ser discriminados, ya que ningún camino permite salir del gueto.
La educación: financieramente inaccesible
La pregunta que divide a los intelectuales húngaros es la siguiente: ¿quién debe trazar estos caminos? No creo que los roms de los guetos sean capaces de hacerlo por sí mismos. Las organizaciones zíngaras sólo sirven para ofrecer tribunas a sus directivos corruptos y ávidos de poder. [Recientemente se ha culpado a dos responsables roms de malversación de fondos públicos]. Estos puestos son producto de la hipocresía y no ofrecen ninguna solución.
Hablemos en serio: ¿alguien cree que estas personas honestas, aunque estén en paro, pueden enviar a sus hijos al instituto? El que lo crea así, nunca ha ido a ver a una familia rom. Estas familias viven en una economía sin dinero líquido, a no ser que lo roben. Aparte de las donaciones y de lo que se puede producir, construir o crear sobre la marcha, todo lo que deba pagarse (gasolina, material escolar, cursos de recuperación) les resulta inaccesible. Aunque los pequeños roms se esmeren en el colegio, ni siquiera ven a dónde les lleva este esfuerzo: no podrán salir del pueblo, porque no hay dinero para la residencia, el tren, los libros de texto.
La cárcel no es disuasiva
"Educar" a los roms adultos constituye una tarea igualmente imposible. Las familias que viven honestamente en esta cultura de miseria tienen miedo de los grupos criminales, pero saben que, en caso de problema, sólo podrán recurrir a los miembros de su familia, entre los cuales seguro que alguno ha elegido la criminalidad. Para que salgan de la criminalidad, la prisión no es el castigo adecuado. No es un medio disuasivo. Nosotros, los blancos de clase media, ignoramos qué sería realmente disuasivo. Para descubrirlo, necesitaríamos a un antropólogo y a un experto en cultura zíngara y sobre todo, la colaboración de la comunidad rom.
Y por último: no, los roms no se van a poner a trabajar de la noche a la mañana. Es irrealista esperar que encuentren trabajo. Porque, aunque lo busquen, no lo encuentran. No porque se les discrimine, sino porque no hay trabajo en el campo húngaro en este momento. Sólo lo hay para personas cualificadas. Pero para los que no lo están...
Poner a los niños gitanos en internados
El lento proceso de igualdad de los afroamericanos comenzó con la creación de colegios a los que se atraía con becas a los niños de las regiones pobres. Michelle Obama asistió a uno de estos colegios. Por ello, contrariamente a la mayoría de los sociólogos, no me resultaría escandaloso reunir a los niños roms en internados. La familia rom que conozco bien la fundaron jóvenes educados en internados y que reconocen haber escapado a la fuerza destructiva de su entorno.
Si no ayudamos YA a los niños de 10 a 12 años a integrarse, nosotros, los húngaros de clase media, volveremos a generar tensiones por negligencia y por irresponsabilidad. Como lo hemos hecho durante estos dos últimos decenios, al preferir desviar la mirada y ocultar nuestra impotencia absoluta tras un discurso políticamente correcto y que no valía nada.
La "cuestión zíngara" divide a los intelectuales
Desde hace un año, Hungría está trastornada por una serie de crímenes cuyas víctimas o autores son roms. Heti Világgazdaság (HVG) ha lanzado un debate en su sitio web para encontrar soluciones a la "cuestión zíngara". Entre los participantes se encuentra el sociólogo rom Sándor Romano Rácz, que aboga por un "diálogo paciente y necesariamente largo" con los roms. Según expone, los zíngaros no sólo forman una etnia diferente. Poseen otra forma de civilización: la de marginarse y vivir en el "caparazón del grupo que les aporta seguridad". Pero hoy, en Hungría, sólo los músicos pueden enorgullecerse de pertenecer a esta colectividad, de ahí la tendencia de los roms a denominarse músicos. Romano Rácz estima además que las organizaciones autónomas de los rom "no se adaptan a su mentalidad".
Por su parte, el economista János Stadler expone que los prejuicios relativos a los roms se han desarrollado por su modo de vida "salvaje", que perpetúa su retraso y su pobreza. Aunque actualmente llevan una vida sedentaria, siguen viviendo según las normas de los pueblos nómadas: "saquean los huertos o llegan al colegio y muelen a palos a la maestra". "Debemos examinar con ellos los motivos de tantas malas acciones", escribe Stadler: "no basta con castigarles: es necesario cambiar su mentalidad. Deben aprovechar la oportunidad e integrarse en la sociedad. Y dejar de interpretar el papel de chivo expiatorio repitiendo que la sociedad les odia".
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