La crisis ha dibujado un nuevo retrato robot de los inmigrantes, que se han "españolizado". El envejecimiento de la población nativa y también de la extranjera hará necesario otro boom demográfico dentro de unos años.
Gráfico: C. Galera. |
Mayores, con más formación, sobre todo mujeres y enfocados al sector servicios. Así es el perfil de los inmigrantes que viven en España tras cinco años de crisis. Bastante diferente de la arquetípica imagen de peones extranjeros que copaban las obras de medio país. ¿Qué ha sucedido desde 2007?
Está a la vista de cualquiera: dos recesiones, más que socavón en el mercado laboral, desempleo en máximos, desplome del consumo y de la confianza… Pero, más allá de los grandes titulares, también hay lugar para otros movimientos importantes…
La crisis ha acabado con 900.000 puestos de trabajo de inmigrantes, la mitad de ellos en los últimos dos años. Y lo ha hecho de una manera muy desigual. Es muy destacable este dato: entre la mitad de 2011 y la de 2012 mientras los ocupados extranjeros entre 16 y 34 años se han reducido un 38% (unos 650.000 efectivos), los mayores de 35 años se han incrementado un 8% (lo que representa 125.000 personas más).
¿Cómo se explica este cambio? “El envejecimiento de los individuos presentes en el mercado de trabajo inmigrante emerge como una característica esencia del cambio estructural que se está operando con la crisis, reflejo parcial de la salida de inmigrantes más jóvenes hacia el exterior y, por otra parte, del aumento de su edad, junto al de nuevas entradas exteriores en la población inmigrante de 36 a 64 años”, afirma el Anuario de la inmigración en España, titulado ‘Inmigración y crisis: entre la continuidad y el cambio’, que publica la Fundación Cidob y la Ortega-Marañón, entre otras.
Asimismo, se ha producido un trasvase entre sectores. La caída de la ocupación en la construcción explica casi el 100% de las pérdidas de empleo de los inmigrantes durante la crisis, a cambio, se ha incrementado en los servicios (un 4% más). “También este colectivo se ha feminizado y se ha incrementado el autoempleo”, dice Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona y uno de los coordinadores del informe.
Población envejecidas = dudas en el sistema de pensiones
Lo cierto es que tras estos cambios, se esconde una nueva pirámide poblacional. Ésta y, sobre todo, la futura, debilitan aún más la sostenibilidad del sistema de pensiones (se reduce el número de afiliados a la Seguridad Social por jubilado), que justamente ahora se encuentra en plena revisión.
De acuerdo con el informe, “el colapso del empleo de los más jóvenes y su paulatino abandono del país, sugiere importantes vulnerabilidades que sólo se harán visibles una vez retorne el crecimiento del empleo”.
Así, aunque ahora pueda parecer un espejismo (con una tasa de paro que supera el 27%), la economía española dentro de unos años puede requerir otra vez la entrada de extranjeros para compensar la falta de jóvenes.
Para Oliver, “cuando se haya recuperado el mercado laboral se verá otra que hacen falta determinados perfiles, ya que muchos de los inmigrantes jóvenes se han ido. También por la propia estructura demográfica de España, con una población cada vez más envejecida”.
Sara de la Rica, catedrática de la Universidad del País Vasco e investigadora de Fedea, señala que “necesitamos que entren inmigrantes (y que la mujer no abandone el mercado de trabajo al tener hijos) mientras que el número medio de hijos por mujer sea tan bajo como el actual. Ahora está en alrededor de 1,3 hijos por mujer y para que la población no decrezca necesitamos 2 hijos por mujer [en la Unión Europea ronda el 1,6]. Por tanto, necesitamos flujos de entrada de población desde ya y hasta que las que vivan en España tengan menos hijos que los necesarios”.
¿Para cuándo?
Según los expertos, el mercado laboral no puede empezar a crecer, al menos, hasta 2015. Y, para volver a los niveles previos a la crisis, creen que tiene que pasar al menos una década. Por lo que este nuevo boom no será necesario hasta varios años después.
Además, De la Rica advierte de que esta solución lo que hace realmente es retrasar el problema. “Ahora, si durante un tiempo suficientemente sostenido los inmigrantes nos solucionan el problema de la baja natalidad de nuestro país y provocan el crecimiento de la población que se requiere sí que podrían ayudar a paliar el problema de envejecimiento de la población”. También de que el perfil requerido en el futuro será totalmente distinto del de los años anteriores de bonanza.
“Si tendemos hacia un modelo económico de más alto valor añadido necesitaríamos inmigrantes más cualificados y deberíamos premiar su entrada frente al resto. Esto es lo que están haciendo ahora mismo los países más desarrollados. Pero si seguimos centrados en trabajos del sector servicios muy poco cualificados, entonces cuando salgamos de la crisis estos empleos volverán a ser necesarios y se necesitará mano de obra inmigrante para cubrir los puestos ‘peores’, lo que los nativos no quieren”, añade la economista.
En todo caso, ahora el panorama es bien distinto. Y, mientras los niveles de desempleo continúen tan elevados y las perspectivas sigan tan negativas, es muy difícil mirar más allá y, si quiera, pensar en revertir los flujos migratorios (ahora abandonan España más personas de las que entran).
Articulo escrito por: María G. Mayo y publicado en: Expansión
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