viernes, 31 de enero de 2014

La Candelaria en Cuba: Oya


Con medialuna de oro bajo los pies de tu ruego, 
Virgen de la Candelaria, nueve colores de fuego. 
Reina del cirio y la llama, incendiada de ternura, 
Que eres símil de una diosa de africana piel oscura. 
(Carmelita y nueve colores 
Pura del Prado) 




Como personaje histórico Changó fue el tercer Alafin de Oyó, pero decidió instalarse en el territorio de los Koso, sus vecinos, y allí se convirtió en un gobernante impetuoso, déspota, lo cual le ganó una mala fama y por ello fue desterrado por los viejos sabios y abandonado por su esposa Oyá. Las desobediencias de Changó provocaron desgracia a su pueblo, llegó la sequía, la esterilidad de las mujeres y la muerte, razón por la cual Changó se suicidó. Oyá, su fiel compañera, angustiada por el remordimiento, tanto lloró que formó con sus lágrimas el río Níger y sus nueve deltas.

En Nigeria, Oyá es una divinidad-orisha fluvial, dueña y señora del Río Níger, que lleva su nombre. Es la verdadera mujer de Changó, orisha del rayo y el trueno, de la música, del baile y de la belleza viril. Cuenta la leyenda que Oyá no podía procrear y siguiendo los vaticinios de Orula, hizo ebbó (limpieza) con 9 ovejas y parió 9 hijos. Por ello se le conoce como Iansan (Madre de nueve hijos). Por lo tanto en Nigeria, como en Tenerife y Cuba, su número es el nueve, que significa una imagen completa de tres mundos; representa también la triple síntesis de los ritos medicinales, o sea, la ordenación de cada plano: el corporal, el intelectual y el espiritual. 

La Virgen de la Candelaria, ya se encontraba en la Isla de Tenerife antes de ser ocupada por los españoles. Los guanches, sus habitantes autóctonos, hallaron a la Candelaria parada y sin moverse, en una peña, rodeada de signos sobrenaturales, desafiando a los pastores que pasaban con sus ovejas. Estos trataron de apartarla y en el acto dos de ellos quedaron lisiados, pero a su vez la virgen logró su curación. Cuando el Mencey llegó al lugar, se dio cuenta que algo sobrenatural rodeaba esta imagen, y la guardaron como sagrada. Cuando los cristianos conquistaron la isla, o como anotan los cronistas: "la isla los conquistó a ellos", las tropas enviadas por los reyes católicos cristianizaron la imagen con el nombre de la Candelaria, porque su aparición, según la leyenda, estaba rodeada de luces. Al paso de los años se construyó la Basílica de Nuestra Señora La Virgen de la Candelaria, en Tenerife. Frente a ella reposan hoy nueve menceyes guanches, esculturas monumentales de José Abad, que fijan su mirada en el vacío de su misterioso pasado. 

Y partieron los inmigrantes isleños con su Virgen navegante, hacia nuevas tierra posesionándose de Cuba, desde Oriente hasta Occidente, llevando su cultura religiosa desde el siglo XVI hasta entrado el siglo XX, dejándonos su impronta en la naciente identidad nacional. 

A nuestras costas cubanas, la Virgen de la Candelaria llegó con la espiritualidad de los canarios y sentó su patronazgo en diversos pueblos y ciudades. Cuando Camagüey tomaba el nombre de villa de Santa María del Puerto Príncipe, se construye el 2 de febrero de 1514 una parroquia a Nuestra Señora de la Candelaria, situada en la costa atlántica de dicha ciudad. Esta parroquia ha estado íntimamente ligada a historias de incendios y quemas. En 1528 se produce la sublevación de sus moradores primitivos, más tarde en 1616 fue incendiada por cimarrones, y por último en 1668 por piratas ingleses, sugiriéndonos estas tres ocasiones, el anhelo de destruir el tiempo y llevarlo todo a su final. 

Los festejos del 2 de febrero perviven hasta nuestros días, desde Santiago de Cuba, Guantánamo, Jamal, Salvador, San Fernando, Realengo 18; Granma, Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, Trinidad, Condado, Cienfuegos; Villa Clara, Matanzas, La Habana y sobre todo en Candelaria, Pinar del Río, lugares de donde es patrona la Virgen de la Candelaria, con celebraciones religiosas o profanas, con cantos y bailes a la usanza de su tierra, verbenas populares, adivinanzas, cuentos y controversias, esperando el advenimiento de su día. Desde la antigüedad, se tiene como costumbre, ese día, podar las plantas y cortarse el pelo, ya que crecerán más hermosos y con mucha fuerza. 

En la parte occidental de nuestro país, producto de la mezcla entre canarios, esclavos africanos y criollos, a finales del siglo XVIII, ante la religión católica imperante, el esclavo, para proteger a sus orishas, los enmascara ante un santo católico y es así como se produce la sincretización entre la Oyá, orisha del río Níger, portentosa diosa fluvial, dueña de las centellas, los temporales, los vientos, violenta e imperiosa, acompañante y amante de Changó y guardiana del cementerio, con la Virgen de la Candelaria. Entre los símbolos que acompañan a estas dos deidades están la luz, el nueve y el agua, es por ello que entre ambas se produce una relación armoniosa que se conserva hasta nuestros días. 

Narra un pattakí de Ifá, que Changó desafiaba a Oggún al convertir a Oyá en su mujer. Estando el amante Changó en casa de Oyá, dueña de las centellas y los temporales, de pronto, enterado, se apareció Oggún; rodeó la casa con un ejército formado por todo tipo de armas hechas en su fragua; interpelaba bruscamente a Changó a que saliera y le enfrentase batalla. Oyá, muy respetada y querida en su pueblo, y bajo la influencia de su amor por Changó, se cortó sus largas trenzas; se quitó también la saya de nueve colores y el pañuelo. Vistió a Changó con su atuendo. Luego abrió la puerta de su casa y Changó, vestido con la indumentaria de su amante, se abrió paso entre la multitud, imitando el majestuoso paso de Oyá. Vestido así, logró escapar de la ira de Oggún, su eterno rival en el amor. 



La Oyá de amor centellante, la Oyá que agita los vientos 
La Oyá que sacude al mundo con sus átomos violentos. 
La que brilla por el cielo que la tormenta presagia, 
Piedra del rayo dormida por el polvo de la magia. 
(Carmelita y nueve colores 
Pura del Prado)

Escrito por: Natalia Bolivar

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