En los albores del siglo XXI, los movimientos migratorios comenzaron a experimentar un cambio de ruta radial, convirtiendo a Europa, en una nueva receptora de poblaciones, tan lejanas geográfica como culturalmente. Salvadas las distancias físicas, desde América, África y Asia, las distancias raciales, culturales y religiosas entre extranjeros y autóctonos, se han hecho, por una suerte de entropía social, en algunos casos, abisales...
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