Aunque normalmente el término conflicto en sí mismo está rodeado de un halo negativo, lo cierto es que el resultado de un conflicto será constructivo o destructivo en dependencia del enfoque cooperativo o competitivo que le den las personas involucradas en el proceso de resolución. Así, podemos salir enriquecidos de una situación conflictiva o, al contrario, podemos terminar malhumorados y con un mal sabor en los labios.
De forma general, existen tres grandes formas de resolver los conflictos: la estrategia ganar-ganar, ganar-perder o perder-perder. Echemos un vistazo más profundo a las mismas.
La estrategia ganar-ganar, como su nombre lo indica, se caracteriza porque ambas partes convienen una posición de total colaboración donde ambos obtienen algún beneficio de la situación, si bien, casi siempre, también tienen que hacer concesiones. Aunque aparentemente esta situación es muy difícil de conseguir, la realidad es que existen algunos factores que propician esta posibilidad:
- A los participantes en el conflicto les preocupa, ante todo, la amistad de la otra parte.
- Ambas partes coinciden en que lo único importante es alcanzar el acuerdo.
- Tienen gran confianza uno en el otro.
- Tienen la posibilidad de hacer buenas ofertas y eliminar las amenazas.
- Evitan confrontarse a nivel de respuestas basadas en el carácter; tienden a motivar conductas racionales.
La base de esta estrategia es diseñar una solución satisfactoria para cada una de las partes y que, además, se mantengan las relaciones interpersonales. Para que esto ocurra, es necesario que ambas partes elaboren alternativas de solución y desde ellas analicen la mejor para ambos.
La estrategia de ganar-ganar subraya los fines y metas y pone el acento en el conflicto en sí mismo, tratando de llegar a una solución final que no sea inaceptable para ninguna de las partes.
La estrategia ganar-perder aborda el conflicto desde una perspectiva en que cada parte intentará resolverlo a su favor, sacar provecho de la situación y salir beneficiada, todo ello a expensas del perjuicio que ocasione a la otra parte. Es obvio que esta estrategia está basada en la más pura y total competencia. En el marco de esta estrategia pueden establecerse las premisas siguientes:
- Las partes del conflicto o sus negociadores se hacen “los duros” con las otras personas y con los asuntos que negocian.
- No existe confianza mutua.
- Se basa en los principios de negociar desde “mi posición”.
- La vía del acuerdo es a través de la presión.
- Cada parte se propone, por separado, sólo ganar y que el otro salga vencido.
En este tipo de estrategia aquello que una parte gana es precisamente lo que la otra pierde. Es sabido que se alcanzan resultados utilizando esta estrategia. Sin embargo, es obvio que como consecuencia de su utilización las relaciones entre las partes dejan de existir.
La estrategia de perder-perder implica que ninguna de las dos partes obtiene realmente lo que quiere. Estas piensan que la negociación se da “como yo lo establezco” o “no se produce”. El enfoque que utilizan las partes se basa en que evitar un conflicto es preferible a confrontar directamente el problema, con lo cual este se mantiene y con ello sus efectos y consecuencias negativas.
En muchas ocasiones las otras personas que están inmersas en el conflicto pueden asumir las estrategias menos adecuadas y competitivas pero lo esencial es no asumir nosotros estas estrategias sino optar por la fórmula: ganar-ganar. Los resultados valen la pena.
Fuente: Fuentes Ávila, M. (2000) Mediación de conflictos. La Habana: Centro Félix Varela. Publicado originalmente en: Rincón de la Psicología.
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