¿Cuál es el camino a recorrer en el proceso de mediación familiar?
El proceso que se sigue desde que deciden acudir a un servicio de mediación familiar está basado en el sentido común. Desde el primer momento se les informará conjuntamente de todos los detalles de la intervención. Su mediador/a les comunicará en una primera entrevista informativa todas las peculiaridades del proceso a seguir y entre otros aspectos les comentará:
La necesidad de que ambos acudan a todas las entrevistas. Por regla general el mediador/a se reunirá semanalmente con ambos miembros de la pareja y solo en casos excepcionales podrá verlos por separado.
Se les indicará igualmente que la mediación es un proceso voluntario y que por tanto en cualquier momento puede ser suspendida unilateralmente por cualquiera de los componentes de la pareja o por el mediador/a con el único compromiso de acudir a una última entrevista y exponer claramente el motivo que le lleva a no continuar con la mediación.
También en esta entrevista inicial se les informará del papel que el mediador/a va a desempeñar en la intervención, les dirá que va a servir de guía o conductor de un proceso de negociación y que tiene como finalidad llegar a acuerdos con respecto a la nueva organización familiar una vez producida la separación.
Les señalará que su papel implica mantenerse imparcial y que por tanto no tiene interés en que ninguna de las dos partes salga más favorecida en la negociación. El objetivo es encontrar la solución más beneficiosa para todos los miembros de la familia. También les dirá que los contenidos de las entrevistas son confidenciales y que por tanto en caso de no finalización de la mediación, no podrá revelar ningún dato que pudiera perjudicar a cualquiera de las partes en un procedimiento contencioso de separación.
Seguramente les aclarará que en mediación existe una “política de información compartida” esto quiere decir que toda información que sea dada a conocer al mediador/a, proceda de quien proceda, deberá ser expuesta en la siguiente entrevista de mediación. No existe la posibilidad de confidencias o secretos con su mediador/a.
Los pasos del proceso de mediación
El proceso de mediación se va a llevar a cabo en dos fases diferentes la pre-mediación y la mediación. El intervalo medio de sesiones se encuentra comprendido entre las 6 y 9 sesiones.
En la “premediación” el mediador/a va a procurar obtener toda la información que precisa sobre la situación actual y sobre las circunstancias que, según la interpretación legítima de cada uno, les ha llevado a ella, y consta, como máximo, de 3 entrevistas.
En la fase siguiente denominada “negociación” se van a abordar cada uno de los temas objeto de búsqueda de acuerdos, con la finalidad de llegar a un punto de encuentro consensuado entre ambos. Esta segunda etapa se iniciará únicamente si ambos miembros de la pareja están seguros de querer seguir adelante con la separación.
Si al final de la negociación se llegan a acuerdos en todos los aspectos tratados, se redactará un documento que les servirá para tramitar su separación o divorcio judicial.
Cuando no es posible la mediación familiar. Contraindicaciones.
El planteamiento del que parte la mediación puede dar lugar a una visión excesivamente optimista de la misma, llegándose incluso a creer que la mediación es la solución a todo tipo de problemas.
Es por ello, por lo que se debe reconocer con humildad que este tipo de intervención, como cualquier otra, tiene sus limitaciones; esencialmente porque trabaja partiendo de la libre voluntad de las partes, y allí donde ésta, se encuentre mediatizada por alguna circunstancia, la mediación estará siempre contraindicada.
En este sentido, la mediación familiar, no es aconsejable para aquellos casos en los que:
- Algún miembro de la pareja no ejerce el control sobre su voluntad y, por lo tanto, es incapaz de asumir compromisos adquiridos o incluso de adquirir compromiso alguno. Situaciones tales como alcoholismo, toxicomanía, ludopatía etc., requieren de un tratamiento previo al inicio de un proceso de mediación familiar.
- Tampoco es aconsejable la mediación en todos aquellos supuestos en los que uno de los miembros de la pareja o sus hij@s sean objeto de violencia familiar, porque en estos casos las decisiones estarán inevitablemente condicionadas por el desequilibrio de poder que existe entre la pareja, llegando a influir en los acuerdos el temor al otro, con el consiguiente riesgo para los miembros de la unidad familiar victimas de la violencia y el incremento de la probabilidad de incumplimiento del acuerdo.
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