Publicado por Amanda Figueras en El Mundo
Detrás del mostrador de su heladería, Freya se atusa el pañuelo de la cabeza. "Este año voy a poner en el buzón de voz de mi teléfono un mensaje que diga 'no estoy para nadie, sólo para Dios', porque parece mentira pero en esta sociedad no tenemos ni un momento para pensar en nuestro creador a lo largo del día". Es italiana, se hizo musulmana hace años, y para ella lo más importante del mes de Ramadán es lo que le reporta espiritualmente.
Por petición expresa de Alá -según recoge el Corán- los musulmanes deben ayunar desde la salida del sol hasta el anochecer durante el noveno mes de su calendario, que se rige por la luna. La abstinencia es total: de cualquier comida, bebida y relaciones sexuales. Este año al ser en verano, las horas de privación serán alrededor de 15 horas de media.
Aunque en la mayoría de las religiones el ayuno es un medio para la expiación o purgación del pecado, en el islam su principal objetivo es el de acercarse a Dios, y se conmemora el momento en el que según la tradición el profeta Mahoma comenzó a recibir la revelación del Corán.
"Las recompensas por las buenas acciones se multiplican, las malas se perdonan y los corazones de los creyentes acuden a su señor con esperanza de obtener su recompensa y alcanzar el paraíso", explica el licenciado en teología islámica por la Universidad de La Meca Muhammad Isa Garcia.
"Para mí es un mes de apartarme, de aprender a controlarme. Si uno lo hace con espíritu de buscar el significado profundo no pasa ni hambre ni sed, en realidad lo más difícil es controlar los nervios y mantener la tranquilidad. Aunque sea un ayuno del estómago, yo quiero que el mes sea alimento para mi alma y para encontrar un momento para la reflexión", explica la heladera.
El imán de la mezquita de Leganés sheikh Moneir Ali-El Messery señala en este sentido que el Ramadán es un tiempo especial para la oración. "Es el mes del esfuerzo, para volar al cielo con los ángeles y en el que uno se solidariza con los que no tienen comida o bebida".
Aunque es duro, sobre todo si el ayunante está en un país donde el islam es minoritario, los practicantes esperan todo el año su llegada con ilusión. Según el imán, "en Ramadán Alá cierra las puertas del infierno, abre las del paraíso y encadena a todos los demonios".
Este año, como tantos otros antes, la violencia empaña lo que debería ser una época de paz. La guerra en Siria, la resaca en Libia, la incertidumbre en otros países árabes y musulmanes y en Europa, la crisis... Muchas cosas con las que distraerse y muchas por las que orar, dice un musulmán.
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